viernes, 22 de abril de 2011

Bendita inocencia

Paso cerca de una plaza con columpios en la que juegan niños mientras se comen la merienda, cuando de pronto escucho: "Mamá, ¿le has echado amor al bocadillo?", y no puedo evitar sonreír. Un niño de unos ocho años, de cabello rubio y cara redonda, se columpia mientras su madre lo vigila desde un banco.
Observo la escena mientras me alejo y, una vez más, me fascina la capacidad que el ser humano tiene para sorprenderme, en este caso para bien. 
Espero que ese niño tarde mucho en descubrir que el amor es algo que no se puede comer, y que los padres a veces también te decepcionan. 

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